jueves, 20 de noviembre de 2014

Capítulo 28

* Dos meses después *



(Narras tú)



Las cosas con Louis no iban como yo esperaba. Iban mejor. Era cariñoso, aunque al final del todo, él no había dejado de tener su carácter demandante y ligón de siempre. Pero... Tampoco penséis que las cosas han sido de color de rosa en estos dos meses. También hemos tenido nuestras pequeñas peleas, pero a fin que cuentas, nada que no tenga solución.





Y luego estaba... Liam. Con él nada iba bien. Desde aquella tarde en el aeropuerto, no me volvió a mensajear ni a llamar. En clase se cambió de sitio y comenzó a juntarse con otro tipo de gente. Por lo que había oído, la media de sus notas había bajado y se pasaba los días de fiesta en fiesta. Todos sus nuevos amigos lo estaban corrompiendo. Intenté hablar con él, pero ni caso. Alex le había afectado más que nunca.



Mi amiga tampoco es que estuviera para tirar cohetes. Hablaba con ella por Skype y le contaba todo lo ocurrido con Liam, pero a las dos semanas dejé de hacerlo simplemente porque ese tema la ponía peor de lo que estaba. No sé que hicieron los dos, pero Cupido los flechó fuerte. Ella me dijo que su único propósito de ir a California fue estudiar y, así lo estaba haciendo. Por eso no conoció a ningún chico y sufría por Liam.





- Vas muy guapa --me dijo Louis mientras que yo bajaba las escaleras de edificio--.





Un vestido azul aguamarina ajustado en la zona del pecho y con vuelo a partir de la parte de la barriga formando una falda, formaba parte de mi conjunto junto a unos tacones blancos algo altos y un bolso a juego. Sonreí llegando hasta él, que estaba en la puerta apoyado con su moto detrás de él.





- Gracias, tú tampoco estás mal --dije guiñándole un ojo--.





Y era cierto. Llevaba una americana negra y unos pantalones del mismo color algo cagados que pegaban a la perfección junto a una camiseta básica blanca y unas zapatillas del mismo color. Se veía elegante e informal a la vez. Y me encantaba. Esta vez él había decidido dejar su chupa de cuero en el armario consiguiendo un look muy acertado.





- Dime algo que no sepa --dijo con su ego característico--.



- Tonto –rodé los ojos--.



- Estoy deseando que sea esta noche cuando lleguemos a casa para despojarte de ese vestido... --dijo pasando un brazo por mi cintura, casi tocando mi trasero. Ahogué un gemido--.



- Oh, por Dios --dije--. Eres un pervertido.



- A ti no te pareció eso cuando te lo hice muy duro --dijo él y los colores comenzaron a subir a mis mejillas--. Me pedías más y más... --dijo cada vez en un tono más sensual, susurrando en mi oreja--.



- Louis, ya –advertí yo--.



- Me encanta que te sonrojes cuando te digo cosas indebidas --dijo dejando un mojado beso en mi cuello--.





Ahí estaba el Louis seductor. A veces, hasta era incomprensible. Él ya me tenía a sus pies, pero aún así cada día me mostraba una nueva faceta suya. Tenía la capacidad de sorprenderme todos los días con algo diferente. Y, como consecuencia, le iba queriendo cada vez más.



No dije nada. Me pasó un casco de la moto y él se puso otro. Ahora, me había acostumbrado a ir en su moto. Hasta le había cogido el gustillo. Me agarré a él por la cintura y lo abracé por seguridad, como de costumbre.



Arrancó la moto y comenzó a ir rumbo a un restaurante. Hoy habíamos decidido salir a cenar fuera ya que la vagancia de ir al supermercado a comprar la cena por parte de ambos se hizo bastante notoria.



De repente, tuvimos que pasar por una zona no muy acogedora que digamos. Las casas eran demasiado viejas y allí vivía la gente con poco dinero. Las persianas parecían estar a punto de caerse y algunos cables salían de las ventanas de las casas y se metían dentro de las farolas, para robar electricidad. Mi teléfono vibró, indicándome que me había llegado un mensaje.



Louis tuvo que parar en un semáforo en rojo y pude ver como algunas personas vestidas con unos pocos y sucios harapos nos miraban con desprecio. Saqué mi móvil para mirar el mensaje, y mi corazón se aceleró en cuanto lo leí. No en el buen sentido.





“Estás en zona roja, guapa. - Troy xx.”





Mi respiración comenzó a hacerse pesada y tensé mi agarre hacia Louis. Le enseñé el mensaje y él también se puso nervioso, aunque lo disimuló mucho mejor que yo.





- Hay que salir de aquí --dijo inmediatamente y alarmado--.





Tarde. Un grupo de gente del pequeño suburbio en el que nos encontrábamos se acercaron a Louis y a mí. En seguida localicé las pistolas en su bolsillo trasero y sus caras no eran precisamente simpáticas.





- Louis, llevan pistolas --le informé susurrando--.





El moreno bajó de la moto, sacando él también su pistola que escondía en el pantalón. ¿Desde cuándo llevaba mi novio una pistola allá a donde fuera? En ningún momento alguien apuntó a alguien. Sólo las llevaban a mano.





- Vaya, vaya, vaya --dijo uno de ellos que tenían la voz grave--. Louis Tomlinson en persona, señores. ¿Vienes a buscar más problemas? Porque creo que te lo dejamos bastante claro la última vez.





Todos sus compañeros rieron. ¿De qué estaban hablando?





- ¿Quién es esta señorita? --preguntó con una sonrisa cínica el grandullón y posando la vista en mí--.



- Ni lo pienses --advirtió Louis--.



- ¿Acaso hemos encontrado el punto flojo del gran Tomlinson? --se burló y yo me tensé más, si es que era posible--.



- No la toques -dijo mi novio poniéndose delante mía--.



- Siempre con los mismos fallos --continuó hablando el grandullón, chasqueando la lengua--.





De repente, noté unas manos rodeando y acariciando mi cintura por detrás y me dí la vuelta sobresaltada. Louis ni se inmutó ya que no notó mi reacción. Me arrepentí de haberlo hecho.



El duro y frío rostro de Troy apareció ante mí y las palabras no lograron salir de mi boca. Todo fue demasiado rápido.



Una tela en mi cara. Dejé de ser consciente. Caí lentamente en un sueño donde todo era negro. Unos brazos agarrándome rápidamente. Y la última frase que logré escuchar:





“Deberías cuidar más de tus espaldas”

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