sábado, 24 de mayo de 2014

Capítulo 11

(Narras tú)

Suspiré en cuanto me senté en el sofá de Louis. Esta había sido una noche muy movida. Y todavía no sé si ha acabado siquiera. Me he enfadado y desenfadado con Louis unas tres veces, lo que considero un récord de cambios de humor repentinos. 

- Ahora sí --dijo entregándome un café después de salir de la cocina--. Dime qué tienes que ver tu con Troy Evans.
- Eso es algo difícil de explicar... --dije mirando al suelo--.
- Sí, bueno, estoy seguro de que sabes tratar con cosas más difíciles que esa --contestó, prácticamente incitándome a que continuara hablando--.
- Emm... --me quedé pensando en si podría realmente confiar en él o no. Si confiara en él y no me defraudara, estoy segura de que afianzaría mucho nuestra relación como... lo que seamos; pero si me defrauda... estoy segura de que tendría un arma para fastidiarme. Sobre todo si me defrauda contándoselo al odioso de Zayn--. Bien --dije y me dispuse a contarle lo que ocurrió en un pasado con ese chico, recordando lo que alguna vez me prometí no pensar--.

#Flashback#

- Atrévete --dijo (o más bien chilló) Troy, agarrándose fuerte a mi muñeca.

Mi mirada reflejaba terror y miedo. ¿Cómo podía mi novio hacer esto? Yo amo a Troy con toda mi alma, pero él me engañó. Las gotas de agua comenzaron a acumularse en mis ojos contra mi voluntad. Hice una mueca de dolor en el momento en el que apretó su agarre.

- Troy... --susurré sin fuerzas--. 
- No te vas a ir --dijo. La vena de su cuello comenzaba a hincharse y su cara se tornaba de un color rojo bastante aterrador--.
- Me haces daño... --lloriqueé--.
- No preciosa, tú no eres como las demás, ¿a que no? --se iba acercando amenazadoramente. Asentí rápida como un rayo, deseando que se alejara, pero no lo hizo--. Tú ya me has dejado satisfecho más de una vez... No te vas a escapar de esta.
- Yo te quiero, Troy, pero no puedo con esto... --intenté alejarme de él, pero mis esfuerzos fueron en vano--.
- ¡No me vas a dejar porque no te lo voy a permitir! --me estampó brutamente contra el muro del callejón, haciéndome retorcer de dolor--.
- Yo...
- ¡Yo nada! ¡Vas a ser mía como una vez lo fuiste! ¡Quieras o no! --chilló hecho una furia--.

Me agarró bruscamente y comenzó a darme besos en el cuello. No de amor, sino de venganza y odio. No hacía caso a mis súplicas, ni siquiera se preocupó por el hecho de que me hacía daño cada vez que absorbía la piel de mi cuello y la mordía. Comencé a temblar y deseé por primera vez no haber conocido a Troy. Me enamoré de él. Me enamoré de una bestia.

- Suéltame, por favor --supliqué--.

Hizo oídos sordos y puso sus sucias manos sobre mis caderas. Y entonces fue cuando empecé a llorar, pero él no escuchaba. Él sólo desaba estar encima mía. Era de manicomio. Me tapé la cara con mis pequeñas manos mientras él mismo se deshacía de sus zapatos. Aproveché ese momento para salir de aquella casa a la que esta misma había planeado traerme. Claro, estaba demasiado cegada por el amor como para darme cuenta de que lo único que quería esa tarde era violarme. Me sentí sucia, utilizada. Bajaba sus pantalones y aproveché para salir corriendo. Mis piernas corrían lo más rápido que podían para escapar de ahí. El maldito me maldijo y oí cómo me maldecía y comenzó a ir detrás mía, pero yo ya había salido de la casa.

- ¡Te encontraré y terminaré lo que empecé hoy! --oí cómo chillaba Troy, gracias a Dios, desde lejos--.

Corrí y corrí durante unos quince minutos, esquivándolo y haciendo maniobras difíciles pasara jugar con las curvas, hasta llegar a una calle segura, donde aproveché y me metí en el apartamento de el que era en esos tiempos el novio de mi hermana. Llamé rápidamente al timbre y esperé...

*Ring ring*

¿Si? --se oyó la voz del novio de mi hermana--.
- Jake, ábreme. Rápido --pedí al borde de desesperarme--.
Vale, voy --y me dejó entrar en el edificio--.

#Fin del Flashback#

- ... y al final, poco después, me enteré de que acabó en un internado, por lo que nunca supe nada más de él. Hasta hoy --terminé limpiando las lágrimas que habían salido de mis ojos sin previo aviso mientras relataba lo que pasó--.

Louis me miró sorprendido. Ni se movió. Probablemente pensando qué decirme o qué hacer en situación semejante. No habló, así que decidí decir algo con las gotas de agua saliendo de mis ojos.

- Y por eso mi desesperación por salir de allí, sabiendo que él sabía dónde estaba. Yo sé que no le importa montar un espectáculo --dije e intenté mirarle a los ojos para descifrar lo que escondía detrás de ellos, pero, como usualmente, sus ojos no expresaban emoción alguna--. ¿Vas a decir algo?

Se removió incómodo en el asiento del sofá, mirándome a la cara.

- Eso... Tuvo que ser... Duro --dijo por fin--.
- Lo fue --afirmé--.

Un sepulcral silencio se formó entre nosotros. A veces pienso que Louis no ha recivido la cantidad de amor que él se merece y por eso él no lo expresa. Aunque debo admitir que el chico hace sus intentos.

- Te toca --dije y me miró con el ceño fruncido--. Te toca decirme porqué conoces a Troy y porqué dijo que "esto" iba a ser divertido, porque la situación no es lo que se denomina "divertida".
- Amm...

Se quedó mirando al suelo, sin decir ni una palabra. Me mordí la lengua intentando controlar mi nerviosismo ante la respuesta de Louis.

- Cu... Cuando tenía 16 años, comencé a hacer negocios --dijo y lo miré sorprendida--. Negocios no muy agradables. Trataba con gente que debía dinero a los de mi grupo o como los llamo yo: "mi equipo", y los hacía devolver el dinero. Si no lo devolvían, los mataba --me estremecí al imaginarme la imagen de Louis, mi Louis, matando a alguien--. Troy era el líder de la otra banda o grupo o como quieras llamarlo. Un día, les volamos todo su almacén, haciendo que explotara y se quebrara, llevándose consigo la vida de algunos pero no la de Troy. El maldito escapó. --así que era verdad, él realmente era problemas--. Él juró que vengaría la muerte de sus hermanos, y lo haría con mi muerte. --me quedé petrificada--.
- Entonces... ¿eres un criminal? ¿estoy sentada en el sofá de la casa de un criminal, y junto a él? --pregunté mirándolo casi con miedo--.
- Sí, se puede decir que sí, pero no me tengas miedo, por favor --dijo buscando mi mano para después entrelazarla con la mía--.
- ¡No! --me levanté de golpe--. ¡Tú eres exactamente igual que Troy!
- ¡No te atrevas a decir eso! ¡No me parezco ni en el blanco de los ojos! ¡Dejé esos trabajos hace tiempo, supéralo, no todo el mundo puede ser igual que tú!

Me intenté calmar. Louis tenía razón. Si él decía que lo había dejado, creía en él. "Los amores más peligrosos son los más atractivos".

- ¿Y qué vamos a hacer ahora? ¡Troy quiere matarte y a saber lo que hará conmigo si me encuentra! --dije al borde de la desesperación--.
- Yo te protejeré --esas tres palabras salieron de la boca de Louis involuntariamente, haciéndome mirarlo con el ceño fruncido y una mueca de sorpresa--.
- Gracias --me limité a susurrar al no saber cómo reaccionar ante su propuesta y me acerqué a abrazarlo--.
- No te tocará ni un pelo. Yo sé como trabajan los tipos como él --dijo envolviéndome entre sus brazos--.
- Lo que la gente dice de ti... ¿Es cierto? --pregunté sin disolver el abrazo--.
- No todo... La mayoría sí. No es fácil vivir con un pasado oscuro.
- Sí, bueno, la forma en la que te vistes y fumar no es que ayude mucho --dije para calmar el ambiente--.
- Tienes que prometerme algo --dijo--.
- Lo que sea.
- Prométeme que no me dejarás solo en esto. Que no huirás --dijo ahora apartándose un poco de mí para mirarme a la cara--.
- No huiré --afirmé--.
- Necesito que me lo prometas.
- Te lo prometo --dije y él asintió--.

Nos separamos y me di cuenta de que seguía con el vestido de la fiesta puesto, al igual que él. Louis también lo notó, por lo que desapareció por el pasillo de la casa para después volver cambiado y con una camiseta blanca bastante larga y unos pantalones negros de chándal  en sus manos. Me lo tendió y se lo agradecí. Nunca pude imaginar que la noche pudiera salir así. Pero aun así lo que más me sorprendió fue mi reacción. Sí, me sorprendí a mí misma. Prometí a Louis que no lo iba a dejar solo, pase lo que pase, y eso me hizo darme cuenta de el inmenso cariño y aprecio que le había cogido en tan poco tiempo al muchacho.

lunes, 19 de mayo de 2014

Capítulo 10

(Narra Louis)

Vi como se iba cada vez más lejos entre las siluetas de la gente. ¿Qué demonios había sido eso?. Me abrí paso entre la gente, pero cuando la vi de espaldas sentada en un banco fue cuando me puse a pensar. Yo NUNCA iba detrás de ninguna chica. Nunca. Bajo ningún concepto. Pero todo es diferente con _____. Hago lo posible por acercarme a ella, e incluso por tocarla. ¿En qué momento pasó todo esto?. El tiempo pasa y yo sigo estancado en esta chica desde que la vi. Respiré hondo, debatiendo si quedarme aquí con mi orgullo o ir tras ella. Es malditamente difícil. No. No voy a ir detrás de ella, nunca lo he hecho. Suspiré, y justo cuando me iba a dar la vuelta, ella también lo hizo, viéndome a mí.



- ¿Qué haces aquí? --escupió--.

- Salí a fumar --contesté un poco seco. Saqué un cigarro y lo encendí para disimular--.

- Ah --dijo, girando sobre sí en el banco para levantarse y venir hacia mi--.

- ¿Qué hac...? --comencé a formular mi pregunta, pero supe la respuesta antes de decirla--.



Ella cogió mi paquete de cigarros y sacó uno de dentro. Casi arrancó el mechero de mi mano y lo encendió, poniendo el cigarrillo entre sus labios. Cuando estuvo encendido, me tendió el mechero y le dio una primera calada sin articular palabra alguna.



- Es malo para ti --dije en un tono de voz relativamente bajo--.

- ¿Y para ti no? --arqueó una ceja--.

- A mi no me importa morir --dije--.

- A mi tampoco --respondió desafiándome, no con sus palabras sino con sus ojos--.

- Tú tienes una vida por delante --dije, soltando el humo--.

- Y tú también --contraatacó--.

- Tú tienes a gente que te quiere --dije--.

- Y tú también --repitió--.

- Sí, que me quieren muerto --rodé los ojos--.

- ¿Qué? --me miró sorprendida--.

- Mucha información para ti --dije dándome cuenta de que le había revelado más sobre mi vida de lo que debería haber hecho--.



(Narras tú)

- Sí, que me quieren muerto --dijo rodando los ojos--.

- ¿Qué? --pregunté sorprendida, casi me atraganto con el humo del cigarro--.

- Mucha información para ti --me dijo después de pensar su respuesta--.

- No, ahora me lo dices --comencé a enfadarme. Al parecer mi idea de fumar para no enfadarme no surte mucho efecto--.

- No, no tengo porqué decírtelo. Ni si quiera deberíamos estar hablando --dijo--.

- ¡Vamos! ¡No me puedes dejar así! --dije exagerando--.

- Sí puedo, hace unos cinco minutos me estabas llamando bipolar y creído. ¡No tengo porqué darte ninguna explicación después de eso! --dijo enfadándose él también--.

- ¡Tú hiciste lo mismo! ¡También me llamaste bipolar! --recriminé--.

- ¡Es que lo eres! ¡Primero te enfadas, luego te pones a fumar conmigo como si nada, y después te vuelves a enfadar!.

- ¡Así soy yo! ¡Tú también eres difícil! --dije y miré al cigarro con asco para después tirarlo al suelo violentamente y pisarlo con la punta del tacón--.

- ¡Entonces estamos en igualdad de condiciones! ¡¿Para qué coges un cigarro si ni siquiera te gusta?!

- ¡Para olvidarme de todo! ¡Sólo quería no enfadarme, pero eso contigo es imposible!

- ¡Como si estando a tu lado pudiera tener un poco de tranquilidad!

- ¡Pues entonces vete! ¡No te estoy atando a mí para que no te vayas!

- ¡Yo no me voy a ir! ¡Vete tú!

- Yo no me voy a ir --dije volviendo a mi tono de voz normal, cansada de chillarle a Louis. Me crucé de brazos--.

- Yo tampoco --dijo ahora él tirando su cigarro al suelo y lo pisó--.

- Pues vale --dije dando un paso hacia él, levantando mi barbilla--.

- Pues vale --me repitió--.

- No me repitas --dije poniendo un dedo en su pecho para balancearlo un poco--.

- No me repitas --dijo con una voz aguda--.

- Yo no hablo así --rodé mis ojos--.

- Yo no hablo así --repitió con la misma voz aguda. Me reí--. Es la primera vez que te hago reír --dijo con una sonrisa victoriosa a lo que lo miré también sonriendo--.

- Me has hecho enfadar más veces --destaqué--.

- Eso no te lo puedo debatir --contestó--.

Casi por inercia, puse mis manos alrededor de mis brazos debido a la corriente de aire fría que se había desatado hace unos tres minutos. Al parecer, Louis lo notó porque comenzó a quitarse su americana.



- No hace falta --dije poniendo una mano en su hombro para evitar que se la quitara--.

- Puedes enfermar --dijo, sin hacerme caso--.

- En serio, Louis, que no... --hizo oídos sordos a mis palabras y colocó su americana sobre mis hombros--.

- Eres muy cabezón --dije, luchando por no hacer ese gesto tan característico mío de rodar los ojos--.

- ¿Te diste cuenta? --dijo mirándome a los ojos--.

- ¿De qué?--pregunté frunciendo el ceño--.

- De tienes una extraña obsesión por rodar los ojos.

- En realidad, tú también la tienes --le dije--.



Él sonrió, lo que me hizo a mí sonreír. Arrugué un poco mi nariz, y él hizo una suave caricia con su dedo índice. El gesto más bonito que me habían hecho nunca.



- ¿Te diste cuenta? --repetí su pregunta--.

- ¿De qué? --contestó él riéndose--.

- De que ninguno admitimos que somos unos malditos liantes --le miré a los ojos--.

- Sí, me di cuenta --dijo--.



Nos quedamos en silencio. Miré hacia arriba. Las estrellas estaban preciosas. Esperaba que él dijera algo acerca de su comentario que desató la segunda pelea de la noche, pero no lo hizo. Me muero por curiosidad, pero en fin... Él es así. Me mordí la lengua, tratando de no formular la pregunta para no romper este momento.



- Louis, yo... --empecé a hablar, pero una voz nos interrumpió--.

- _____, no traigo buenas noticias --dijo de repente Spencer detrás de nosotros, que iba con el pequeño bolso que dejé en el coche en su mano--.

- ¿Qué ha pasado? --pregunté al ver que sostenía mi móvil encendido--.

- Troy ha vuelto --dije y me paralicé--.



¿Que Troy ha vuelto? ¿Cómo es posible? Él se fue lejos, muy lejos. Lo mandaron a un internado hace mucho tiempo.



- ¿C-Cómo que ha vuelto? --dije en shock--.



Spencer me tendió mi teléfono y lo miré. Tenía un mensaje abierto. De Troy.



"Así que creías que te ibas a librar de mí para siempre... El internado no es infinito y cuando cumples los dieciocho te libran... Estoy deseando verte de nuevo, perra ;)"



- ¡Joder! --chillé a punto de tirar el móvil al suelo, pero la mano de Louis me lo impedió--.

- ¿Quién es Troy? --preguntó--.

- Troy Evans --dije dándome la vuelta para mirarle. Los ojos de Louis habían cambiado de color. Ahora eran un azul más oscuro--. Louis... ¿Sabes quién es?

- Algo así --dijo--.

- ¿Qué? ¿De qué lo conoces? --pregunté rápidamente--.

- De.. de nada --dijo intentando no cruzar su mirada con la mía--.



Iba a decir algo pero el sonido de mi móvil me lo impidió. Miré la pantalla. Otro mensaje. También de Troy. Un escalofrío recorrió mi espalda.



"A si que tú y Tomlinson os conocéis...

Este juego será divertido.

Te arrepentirás de haberme delatado algún día"



Miré el móvil y rápidamente se lo pasé a Louis. Él me miró sin expresión alguna, pero yo le devolví la mirada con miedo. ¿Qué pinta Louis en toda esta escena?



- Spencer, me quiero ir --dije mirándola y suplicándole--.

- No podemos decirle nada a papá y mamá --dijo alarmada--.

- Yo te llevo en la moto --se ofreció Louis--.

- No lo entiendes. Ni loca voy a quedarme yo sola en mi casa sabiendo que Troy puede venir porque tiene mi dirección.

- Pues entonces quédate conmigo en mi piso. Mis padres viven en otra casa. Es la única solución que veo --dijo--.

- Lo que sea con tal de irme de aquí. Sé que Troy no va a tardar en venir. Tenemos que irnos --dije con respiración pesada. Me estaba agobiando--.

- Vamos entonces --dijo--.

- Spencer, invéntate cualquier excusa --le pedí--. Por favor, tú sabes de lo que Troy es capaz.

- Bien --asintió--.


Louis me cogió de la mano y ambos fuimos hacia su moto. Voy a empezar a acostumbrarme a ella. Me ayudó a subir por la dificultad de mi largo vestido y después subió él al frente. Puso la moto en marcha y arrancó a gran velocidad. Suspiré, tomándome tiempo para pensar. Veamos... Troy está de vuelta. Y tiene algo que ver con Louis. Pero no es precisamente bueno. Y hoy me ha dicho indirectamente que hay gente que lo quiere muerto... Troy puede ser uno de ellos. Pero... ¿porqué?

Cuando por fin llegamos a lo que parecía su piso, bajé de su moto y esperé a que él bajara después de aparcarla. Tenía miedo. Mucho miedo. Louis bajó de la moto y fue hacia la puerta. Lo seguí. Ninguno de los dos articuló palabra en todo el tiempo, hasta cuando llegamos al ascensor, ya que yo decidí romper el hielo.



- ¿Qué tienes que ver tú con Troy? --pregunté inquisitivamente--.

- Lo mismo me gustaría preguntarte...

domingo, 11 de mayo de 2014

Capítulo 9

(Narras tú)


- No puede ser... --susurré sin que nadie me escuchara, casi impactada por lo que estaba ocurriendo, pero al parecer él sí me escuchó porque sonrió con satisfacción--.

- Yo hago las presentaciones --dijo Johanna entusiasmada, pero no le presté mucha atención porque me quedé mirando sus ojos azules, los cuales me miraban también a mí, o a mi vestido según lo interpretes--. Bien, él es mi hijo...

- Creo que no hace falta --dijo él, parándole los pies a su madre--. Ya nos conocemos, ¿verdad, _____?.

- Emm... Sí. De la uni --aclaré--.

- Oh, bien, entonces conversad. Vosotros tenéis pinta de llevaros muy bien --dijo mi madre, Denisse. "Si tú lo dices..."- pensé sarcásticamente--.

- Tú y yo tenemos muchas ofertas que facilitarnos, Tim --dijo Mark--.

- Vaya, ¿la empresa de los Tomlinson está interesada en la nuestra? --dijo mi padre sonriendo, seguramente pensando en una táctica para sacarle el mayor partido a sus ofertas--.

- Mucho --contestó--.

- Bien, esto podría ponerse interesante... --dijo mi padre, alejándose con Mark mientras que ambos cogían un vaso de vino que les ofrecía el camarero--.

- Emm... Yo tengo que ir a seguir ejerciendo de anfitriona. ¿Me acompañas, Denisse? --dijo Johanna. "Qué disimulados todos"- pensé por segunda vez en la noche con ironía. Sí, hoy es el día mundial de la ironía--.

- Por supuesto --dijo mi madre--.



Ambas se fueron, perdiéndose entre la multitud de la sala. Resoplé mientras que se iban. Malditas...



- Creo que realmente piensan que somos una buena pareja --rió Louis, rompiendo el silencio incómodo--.

- Ya veo, ya --dije un tanto enojada. Lo último que quería era encontrarme a Louis, ¡eso no hacía nada más que liarme la cabeza!--.

- Eh, ¿qué pasa? ¿La Pretty Woman se enfadó? --respondió él, que chistoso--.

- JA-JA-JA, ¡Qué gracioso! --dije con un tono falso, claramente sarcástico--.

- No, en serio, luces muy bien --me alagó esta vez sincero, por lo que lo miré perpleja--.

- Gracias --dije, mostrando una sonrisa--.

- Demasiado, me encanta el escote... --añadió. ¡¿PERO QUÉ?!--.

- Wow, wow, wow, wow, para --dije moviendo mucho las manos--. Se me olvidó por un momento reconocer tu faceta pervertida.

- Esa faceta mía se podrá esconder, pero siempre estará ahí --dijo guiñándome un ojo. ¿Dónde estaba el Louis que me había dejado en shock desde el minuto 1?--.

- ¿Qué? ¿Vas de conquistador ahora? --pregunté, cruzando mis brazos--.

- Siempre lo he sido --dijo sonriendo. Parece que el traje y el dinero se le sube a la cabeza--.

- Pues vale --dije rodando los ojos. ¿Ganas de tratar con semejante idiota? Ninguna--.

- No te enfades --me dijo de repente con ojos brillantes--.

- ¿Qué eres? ¿Bipolar? --pregunté--.

- Sólo estaba probando qué carácter te gusta exactamente --dijo sin preocupación alguna--.

- ¿Tan impredecible soy que tienes que hacer pruebas? --dije al borde de la risa--.

- Lo eres --afirmó--. Y me encanta.


Lo miré sorprendida. Menudo cambio. ¿Ahora le encantaba?. Quise hacer como si nada, pero fue inevitable ya que una ilusión se adentró en mi cuerpo para quedarse. ¿Para siempre? No lo sé. Lo que está claro es que este Louis es el que me gusta sin duda. No me dio tiempo a darle una respuesta inteligente digna de debatir, ya que la música subió un poco de volumen, atrayendo la atención de todos los presentes. Johanna, la madre de Louis, cogió un micrófono y se dispuso a hablar.



- Mj mj --se aclaró la garganta--. Bien. ¿Cómo la están pasando? --preguntó un poco alto para que todos los invitados contestaran. Y así fue. Todos gritaron, Dios mío, parecen adolescentes. Al parecer Louis y yo pensamos lo mismo, ya que nos miramos y reímos--. Me alegro. Vamos a comenzar con los bailes, ¡en una fiesta no pueden faltar los bailes!.

- Está completamente loca --dijo Louis riendo a la vez que negaba con la cabeza--.

- Coincido en eso --reí. Una música lenta comenzó a sonar y el centro del salón se comenzó a llenar de parejas bailando--.

- ¿Bailarás conmigo? --preguntó un poco esperanzado--.

- Gánatelo --dije alzando una ceja y viviendo un sorbo de mi vaso de vino, que acababa de coger de la mesa--.

- ¿No me lo he ganado ya, Pretty Woman? --preguntó--.

- Cierto --contesté, cogiéndolo del brazo--.



Él se hizo con las riendas de la situación, cambiando las tornas al coger mi brazo y atraerme a la pista de baile. Dejé la copa de vino en la mesa y cuando al fin llegamos con las demás parejas, pude ver a mi hermana Spencer bailando con el chico con el que había ido a coquetear. Cuando por fin encontramos un sitio para bailar, él puso una mano en mi cadera y la otra la juntó con mi mano. Yo rodeé con mi brazo restante su cuello, y apoyé mi frente en el otro lado de éste. Louis se acercó más a mí si eso era posible, y noté cómo esbozaba una sonrisa. No lo vi, sólo ya lo conozco lo suficiente para saber que lo hizo. Por un momento me vino a la cabeza el nombre de Niall y me llegué a plantear el hecho de estar cayendo enamorada por ambos a la vez. Louis podía ser descarado e impulsivo, pero eso no me ha hecho alejarme de él. Niall podía ser seductor y competitivo, pero sin embargo, eso tampoco me hizo deshacerme de pensar en él. ¿En qué momento esto se había convertido en una cosa de tres? Absorbí el perfume de Louis por la nariz, olía muy bien. Él pensó que no me di cuenta, pero sí lo hice. Fue bajando su mano por mi espalda. La bajaba lentamente, tanto, que llegué a estremecerme.



- Para --dije cuando estuvo a punto de tocar mi trasero--.

- Mierda --oí que maldijo en lo bajo--.

- Eres un enfermo mental --susurré lentamente cuando subió su mano a mi cadera, haciendo que mi aliento chocara contra su cuello--.

- ¿Porqué yo no te puedo tocar? --ignoró mi insulto--. Todos pueden menos yo. Es como si tuvieras una regla anti-Louis --se quejó de la misma manera: susurrando en mi oreja--.



Me quedé pensándolo un poco. Quizás él tenga razón. Es como si tuviera un escudo contra él. Y sé exactamente porqué es. Él es Louis Tomlinson, joder. Es un puto bipolar. Igual que un día quiere estar conmigo, al siguiente puede no querer. Igual un día está con tres chicas y al siguiente no está con ninguna. Puede que haya estado como con miles de chicos así, pero esta vez es diferente. Entonces ahí tenía la respuesta a su pregunta:



- Es diferente --contesté un poco más alto del tono que había utilizado anterior, rompiendo el momento sensual que estábamos teniendo--.

- Claro, igual que con lo del beso de Niall --debatió, alejándose de mí para quedar cara a cara--.

- Louis... --vacilé--.

- No, Louis no. Siempre puedo tener a la chica que quiero. SI-EM-PRE. ¿Entendiste? Y tú me lo estás poniendo jodidamente difícil. ¿Qué? Todas desean este cuerpo, todas quieren estar conmigo. Y es así. Es ley de vida. Yo ya lo asumí. Asúmelo tú. Decídete ya. No puedes decir que soy un enfermo mental de la manera que lo dices, susurrándome en el cuello haciendo que quiera besarte hasta que se me desgasten los labios. Porque es contradictorio. Todos saben que eres bipolar y extremadamente impredecible. Un día me haces la cobra y a los tres días estamos bailando pegados de una manera extraña, nunca había bailado así con una mujer, chica o lo que quiera que te consideres. ¡No te entiendo! ¡Me vas a volver loco! --dijo desesperado.



Lo miré seria, intentando analizar los sentimientos que se pasaban por mi cuerpo para decidir después cual de ellos dejar salir a la luz. Pero no lo hice. Entrecerré un poco los ojos. Bueno, al menos dijo la verdad y para lo que en realidad me quería.



- ¿Sabes? Es muy irónico que me llames bipolar a mí cuando yo pienso que el bipolar eres tú. Tú eres el problemático que vino a poner patas arriba todo, y yo odio lo desordenado. Eres tú el que en tan sólo unos pocos días conseguiste enfrentar a mi mejor amigo con el tuyo, y yo odio las peleas. No pienso asumir nada, ¿entiendes?. Eres un maldito creído. ¡No puedes gustarle a cada cosa que tenga vagina! Asume tú que si quieres estar conmigo, no te lo voy a poner nada fácil. Lo que quieres algo te cuesta. Y estoy seguro de que esa no soy yo, así que retírate del estúpido juego al que estés jugando --dije con veneno en cada palabra que pronunciaba--.



Me di la vuelta y comencé a andar hacia la salida ante la mirada atenta de la mayoría de los invitados. Nos miraban curiosos, y mientras andaba hacia el jardín pude escuchar comentarios como: "estos chicos nunca van a estar juntos", "si controlan su carácter, seguro que harían una pareja preciosa, doy fe", "hoy en día, lo que atrae a los chicos es eso: carácter", "están destinados a estar juntos" o "qué pareja más problemática. Nunca arreglarán sus diferencias, no pegan. Diuh". Okay, capaz que el último comentario lo añadiera yo mentalmente. No sé cómo la gente puede pensar que todavía Louis y yo podríamos estar juntos si somos como el agua y el aceite.

sábado, 3 de mayo de 2014

Capítulo 8

(Narras tú)

Me levanté con el sonido de un mensaje que había llegado a mi móvil. Ayer después de recoger toda la casa de Dylan, fuimos a casa de Alex y pasamos allí el resto del día junto algunos compañeros de Liam y Dylan y alguna que otra compañera, aunque debo de admitir que me alegró el hecho de que no vinieran ni Taylor ni Caroline, ya que tenía una pelea pendiente con ellas. Leí el mensaje de mi móvil. Era de mi madre, qué sorpresa. Rara vez me escribían algún mensaje o algo por el estilo. Leí el mensaje, decía:

"Hola, hija. Supongo que tu hermana Spencer ya te lo comentó, pero he decidido escribirte este mensaje para estar segura. Mañana llegamos a casa, pero no nos quedaremos mucho tiempo allí, ya sabes que tenemos mucho trabajo que hacer. No sé cuánto tiempo te dijo tu hermana que estaremos allí, pero como mucho dos días. La noche del primer día tenemos una cena con una empresa muy importante con la que queremos hacer negocios y también irán más empresas. Es como una cena de negocios, pero tanto tu hermana como tú tenéis que ir. La dueña de la empresa lo ha solicitado así para que parezca una cena más familiar, por decirlo así. Os he comprado dos vestidos para que os lo pongáis el día de la cena y vayáis presentables. Espero que os guste,
Mamá xx."

Genial, una cena. Lo último que necesitaba ahora era una maldita cena. La verdad, no me sentía con humor alguno para una. Las cenas de negocios se basaban en gente hipócrita diciéndote lo bien que te queda el vestido, hombres mayores bebiendo vino y whisky, y de vez en cuando, gente que te presentaba a sus hijos con alguna esperanza de relación amorosa entre vosotros con un futuro prometedor debido a la riqueza de la familia de tu padre y madre por el éxito de la empresa.

- ¡_____! --chilló mi hermana Spencer desde abajo--.
- ¿Qué quieres? --pregunté bajando las escaleras--.
- Ya llegaron los vestidos --contestó desde la puerta, agarrando dos cajas--.
- Déjame verlos --dije emocionada. Si algo me gustaba era estrenar ropa--.
- A ver --abrió una caja donde había una nota encima de un vestido negro corto precioso que ponía "Spencer"--. El de la otra caja debe ser el tuyo.

Cogí la caja sin detenerme mucho en el vestido de mi hermana y la abrí rápidamente, ansiosa y encontrándome con un vestido hermoso color rojo de palabra de honor con el escote tipo "corazón" -o al menos así lo suelen llamar- largo. Sonreí al verlo, creo que me sentiré bonita mañana por la noche.

* Al día siguiente *

- ¡Mamá! ¡Papá! --los saludé efusivamente--.
- Hola mi niña, ¿cómo estás? --dijo mi madre mientras me abrazaba--.
- Bien, ¿y vosotros?, ¿Cómo fue el viaje? --pregunté--.
- Muy bien, fuimos a Dubai estas semanas. Allí hay muchas empresas y sorprendentemente la tecnología es muy avanzada --contestó esta vez mi padre--.
- Bueno, me alegro entonces --dijo Spencer--.
- ¿Os gustaron los vestidos? --preguntó mi madre--.
- Mucho --respondí sonriendo--.

Al llegar la tarde, mi hermana, mi madre y yo comenzamos a maquillarnos mientras mi padre trabajaba. Siempre apurando el tiempo. Por el contrario, nosotras tres parecíamos una familia realmente unida. Una pena que no sea así. Mi hermana me hacía pruebas de peinados, y mi madre les daba el visto bueno. Reíamos y hasta puedo decir que las tres parecíamos felices, en especial mi madre. Yo sé que no es de su agrado estar siempre trabajando y viajando, pero al fin y al cabo es a lo que se dedica y ni mi hermana ni yo podemos hacer nada al respecto teniendo en cuenta que es lo que a ella le gusta hacer. Algo que no hay que pasar por alto es que a mí realmente me gustaría que nos dedicara más tiempo o que no solamente esté presente el hecho de que nos echa de menos, si no también ella intente sacrificar algo de su tiempo para nosotras. Al fin y al cabo, cuando dice que nos ha echado mucho de menos, son sólo palabras.

- Lista --dijo mi hermana soltando mi cabello por fin después de unas cinco pruebas de peinado y varias de maquillaje--.
- Te quedó genial --dijo mi madre mirando mi rostro en el espejo y asentí--.

Toqué un poco mi mejilla ligeramente ruborizada por la acción del colorete y me miré a los ojos en el reflejo del espejo. Llevaba rímel y la raya, por lo que mis ojos se hacían ver grandes y mis labios iban pintados de rojo a juego con el vestido. Unos pocos mechones delanteros sueltos casi rozaban mis hombros descubiertos, formando parte de la esencia del moño descuidado. No parecía yo. Cogí un papel y me quité un poco del pintalabios excesivamente rojo ignorando las quejas de mi hermana y me quité la raya superior del ojo extremadamente grande, substituyéndola por una fina que dejaba ver incluso más elegancia que la otra. Ahora sí parecía una chica elegante, y lo más importante, parecía yo. Miré a mi madre, la que sonreía con satisfacción, y luego miré a mi hermana, que me miraba con esa cara que me ponía a veces que decía: "te quiero matar". Sonreí y tiré las toallitas ahora manchadas con maquillaje a la basura que había al lado del tocador.

- Esa es mi niña --dijo mi madre--.
- Tanto trabajo para nada --se quejó Spencer, separando sus labios rosados para hablar--.
- Tenemos que irnos ya --dijo mi madre de repente mirando el reloj, sin dejar que abra un debate con mi hermana sobre su extraña obsesión con la excesividad de maquillaje--.
- Claro --dije rodando los ojos--. Tú párame los pies cuando voy a discutir --añadí, claramente con ironía--.

Las tres fuimos al salón y pude ver que mi padre miraba mucho a mi madre con amor. Mi hermana y yo por fin coincidimos en algo: fue bonito de ver. Fue bonito porque no todas las parejas consiguen casarse para toda la vida, o siquiera consiguen que la llama del amor siga encendida por bastante tiempo, pero mis padres sí. Marido y mujer. Por un momento deseé poder vivir una escena así algún día, encontrar a alguien al que querer con locura, que sea correspondido, formar una familia y poder ser capaz de compartir el resto de mis días con esa persona. Pero no sé si la habré encontrado ya, la encontraré dentro de poco, o simplemente nunca la encontraré. Eso es un misterio. 
Subimos al coche negro grande de mi padre y me senté en el asiento de atrás junto a Spencer. Miré por la ventana hasta que llegamos a un gran chalet blanco. Se podían ver algunas personas ya en el porche bebiendo un poco de vino o champán. Mi padre aparcó y los cuatro bajamos del coche, yo la primera, haciendo un poco de ruido con mis tacones rojos al pisar el asfalto. Me acomodé un poco el escote que había quedado un poco destapado y esperé a que mi hermana y mi madre bajaran.

- Vamos adentro --dijo mi padre cerrando el coche con seguro--.

Pasamos por un pequeño caminito de piedras que había para entrar a la casa ante algunas miradas envidiosas de los invitados que se encontraban el el césped de pie y otras miradas, simplemente, normales y casuales. Al llegar, mi padre y mi madre dieron las chaquetas al encargado para ponerlas en las perchas y por fin entramos. Lo primero que me impactó fue ver el tamaño de la sala. Casi parecía del tamaño en los que se celebraban los banquetes reales y los bailes en las películas de princesas. Las lámparas, colgando del techo, tenían brillo por todos lados y las columnas eran especialmente llamativas por el color dorado que ahora las caracterizaba. Una señora un poco mayor que mi madre se nos acercó alegre nada más llegar, como haría cualquier anfritiona para recibir a sus invitados. 

- ¡Tim! ¡Denisse! --saludó a mis padres efusivamente y ambos sonrieron ante la alegría de la señora--. ¡Qué bueno que hayan venido! Oh, esta debe ser _____, la mayor --dijo saludando a mi hermana Spencer, aunque debo admitir que tuve que aguantar la risa--.
- En realidad yo soy Spencer, ella es _____ --aclaró mi hermana señalándome--.
- Un gusto --dije acercándome a ella y dándole dos besos--.
- Sin duda sois unos buenos padres, ambas son preciosas --dijo la mujer, alagándonos--.
- Gracias, Johanna --agradeció mi madre sonriente--. ¿Vino su marido, Mark? --preguntó--.
- Sí, debe estar por ahí conversando y presentando a mi hijo en este terreno. ¡Oh! ¡Espera, que os lo presento! --dijo entusiasmada, aunque lo último iba más bien para mi hermana y para mí--.

La señora, o mejor dicho, Johanna, se fue a paso rápido a buscar a su marido y su hijo mientras nosotros cogimos un poco de gambas y cócteles que ofrecía un camarero que pasaba por allí. Spencer en seguida vio un chico de más o menos su edad solo en una especie de barra que había por allí y fue a conversar con él. A los pocos minutos, divisé a Johanna, haciéndonos señales para que nos acercáramos donde estaba ella y les avisé a mis padres. La figura del chico se veía bastante atractiva con traje desde donde yo veía, pero todavía no podía distinguir su rostro. Cuando por fin los distinguí bien, no podía creerme lo que estaba viendo.

- No puede ser... --susurré sin que nadie me escuchara, casi impactada por lo que estaba ocurriendo, pero al parecer él sí me escuchó porque sonrió con satisfacción--.

Las apariencias engañan...

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Bueno, aquí tienen el capítulo. Siento mucho la demora, no estoy pasando precisamente por mi mejor momento, pero parecen que las cosas se están calmando un poquito más para mí. Espero que con la tardanza, mi número de lectoras no haya bajado. Os dejo la imagen del vestido de Rayis y Spencer aquí.



Un beso a todas, sois maravillosas. Andrea xx. <3.